miércoles, 24 de abril de 2019

Principales conflictos de armas nucleares

La razón de esto es el invierno nuclear. En 1983, físicos de ambos lados de la Cortina de
Hierro (algunos americanos, como Richard Turco y Carl Sagan; otros soviéticos)
publicaron las primeras simulaciones climáticas de lo que pasaría en el caso de una
guerra nuclear. Su conclusión fue que un enfrentamiento EE. UU.- URSS tendría efectos
catastróficos en el clima, trayendo meses de oscuridad, bajando la temperatura y
disminuyendo las lluvias en todo el mundo.
Hoy, el meteorólogo Alan Robock es, junto con sus colegas, una de las figuras más
prominentes en el estudio de estos efectos ambientales y climáticos en un escenario
actual. “Usar armas nucleares no es una herramienta de disuasión, es un suicidio
global”.
“Llamar la situación nuclear del mundo aterradora es subestimar su peligro e inmediatez”,
dijo la semana pasada la presidenta de la publicación, Rachel Bronson, antes de ajustar
las manecillas del reloj a la hora de este año: dos minutos para la medianoche. Solo una
vez en la historia del reloj la humanidad había estado tan cerca de su propia
destrucción.

Aunque los dos primeros factores se mantendrían contenidos a nivel local (la nube de
radiación podría desplazarse grandes distancias, pero hay maneras de contenerla), es el
último el que haría de este caso un problema global. Las ciudades arderían durante horas,
si no durante días enteros, elevando toneladas de humo al aire.
“Podrían ser más de 5 millones de toneladas de humo las que suban a la estratósfera”,
dice Robock. Ahí, sin lluvias que puedan devolver a tierra las partículas, estarían libres de
propagarse por todo el globo.
A los nueve días, el humo que viajó hasta la estratósfera cubriría casi toda la
Tierra. En 49 días ya se habrá asentado, y durante los siguientes años el planeta olvidará
lo que son los días soleados: el Sol sería solo un punto anaranjado, moribundo, en un
cielo negro. Como efecto directo de estos días nublados, la luz difusa evitaría el
funcionamiento de paneles solares de carácter industrial.
“Por ejemplo, después de la erupción el volcán Pinatubo en 1991, el verano siguiente
muchos sistemas de energía solar experimentaron bajones de energía”, dice Robock. Los
incendios forestales y las erupciones volcánicas tienen un efecto muy similar en el clima al
de las explosiones nucleares, por lo que los científicos las usan como referente para estas
simulaciones.
Pasados unos meses, la temperatura global habría bajado considerablemente. En

promedio, habría una variación de -1,25 °C y -2 °C. “Y eso es solo un promedio. El
cambio de temperatura sobre la Tierra sería mayor. En lugares donde cultivamos, los
cambios podrían ser tan vastos como para crear heladas, especialmente en el verano”.
Ante un cambio tan drástico, Robock teme que una buena parte de la biodiversidad
terrestre y marina se vería amenazada de manera inmediata.
Las lluvias también se habrán reducido en un 10 por ciento a nivel global. Menos
precipitaciones significan que el flujo de los ríos disminuye. En un año, conseguir agua
potable podría ser una preocupación para muchos. Y hay que tener en cuenta que, según
el modelo de Robock, menos lluvias y la alteración de la temperatura van a llevar a los
cultivos a sufrir a lo grande. Sus estudios dicen que, durante cinco años después del
conflicto, cultivos como el trigo se verían reducidos en un 20 por ciento en EE. UU. y la
producción de arroz, en un 50 por ciento en China. El físico Ira Helfand escribió un artículo
sobre la “hambruna nuclear” en el cual sus cálculos muestran que cerca de 2.000 millones
de personas en el mundo, sobre todo aquellas que ya presentan problemas de
malnutrición, probablemente morirían de hambre durante un invierno nuclear.

17 meses después de que hayan caído las bombas, el humo que rodea el planeta
habrá absorbido suficiente luz solar para calentar la estratósfera, reduciendo la
concentración de ozono. No importa que apenas se vea el sol, la radiación UV
bombardearía al planeta de cualquier manera. Solo con salir al aire libre un día de junio la
gente se expondría a quemaduras y aumentarían sus probabilidades de tener cáncer de
piel.

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