miércoles, 24 de abril de 2019

Compromisos de Colombia con la TNP



Son principios de la política exterior de Colombia el desarme y la no proliferación de armas de destrucción en masa, así como el uso pacífico de la energía nuclear, de los agentes biológicos y las sustancias químicas.
La Constitución Política de Colombia prohíbe la fabricación, importación, y uso de armas de destrucción masiva (nucleares biológicas y químicas), así como la introducción al territorio nacional de desechos nucleares y tóxicos. (art. 81). Mediante la adopción de un Plan Nacional de Acción para la aplicación de la Resolución 1540 del Consejo de Seguridad, Colombia ha adoptado medidas que complementan las obligaciones bajo tratados internacionales en materia de desarme y no proliferación de armas de destrucción masiva.
Colombia es Estado Parte del Tratado de Tlatelolco, mediante el cual los países de América Latina y el Caribe se constituyeron como la primera zona del planeta densamente poblada Libre de Armas Nucleares. Además de constituirse en Estado parte de  los principales instrumentos internacionales en materia de desarme y no proliferación, nuclear, química, biológica y los instrumentos de desarme humanitario, Colombia participa en iniciativas de carácter no vinculante, tales como el Código de Conducta de la Haya contra la Proliferación de Misiles Balísticos (HCoC por sus siglas en inglés) la Iniciativa contra la Proliferación (PSI por sus siglas en inglés), y la Declaración de Ginebra sobre Violencia Armada y Desarrollo.
Como una contribución a la paz y la seguridad mundiales, históricamente Colombia ha propugnado por el desarme general y completo, ha abogado por la creación de zonas libres de armas nucleares y ha apoyado las iniciativas en materia de no proliferación.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, por medio de la Coordinación para Asuntos de Desarme y No Proliferaciónestablece las directrices para la participación del Estado en las actividades en este campo. 

La OIEA


a.       El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA o IAEA por sus siglas en inglés) pertenece a las organizaciones internacionales conexas al sistema de las Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este organismo empezó a funcionar en Viena el 29 de julio de 1957 y en noviembre del mismo año la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó un acuerdo sobre la relación del OIEA con la ONU, a fin de tratar de acelerar y aumentar la contribución de la energía nuclear para fines de paz, la salud y la prosperidad en todo el mundo.
Teniendo como objetivo el asegurar que la asistencia prestada no se utilice con fines militares, el OIEA establece normas de seguridad nuclear y protección ambiental, ayuda a los países miembros mediante actividades de cooperación técnica y alienta el intercambio de información científica y técnica sobre la energía nuclear.
Cuenta con asesores, equipo y capacitación para suministrar asistencia a los gobiernos en desarrollo y promueve la transmisión de conocimientos teóricos y prácticos para que los países receptores puedan ejecutar eficaz y seguramente sus programas de energía atómica.
Formula también normas básicas de seguridad para la protección contra radiaciones y publica reglamentos y códigos de prácticas sobre determinados tipos de operaciones, incluido el transporte de material radiactivo.
El OIEA, tiene su sede en Viena (Austria), con sedes regionales en Ginebra, Nueva York, Toronto y Tokio, y cuenta con 167 estados miembros.
El año 2005 el organismo, y su director general Mohamed el-Baradei, recibieron el Premio Nobel de la Paz. El comité les concedió este premio por:1​
El 2 de junio de 2009 el japonés Yukiya Amano fue elegido por la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) como nuevo director general de esta agencia de Naciones Unidas.2​ Sustituyó al egipcio Mohamed El Baradei, cuyo mandato de cuatro años expiró en noviembre de 2009.
El OIEA ha recibido las críticas de Yuri Andreyev, responsable -después del accidente de Chernóbil- de descontaminar Chernóbil de 1986 a 1991, consideró que el organismo de la OIEA "es muy cercano a los intereses de la industrial nuclear". En palabras de Andreev: "Después del accidente de Chernóbil, le dije al entonces director del OIEA, a Hans Blix, que era necesario crear una organización cuya función fuera tratar con accidentes" pero, evidentemente, no se ha creado.

La misión del OIEA de aumentar la contribución de la energía nuclear al desarrollo y a la paz en todo el mundo está guiada por los intereses y necesidades de los Estados Miembros, por los planes estratégicos adoptados por el propio Organismo y por la visión establecida por el Estatuto del OIEA6​.

La misión del OIEA se asienta sobre tres pilares -o áreas de trabajo-, que son: Seguridad Tecnológica y Física; Ciencia y Tecnología; y Salvaguardias y Verificación.

Los órganos de dirección que aseguran el cumplimiento de esas funciones son la Junta de Gobernadores, la Conferencia General y el Secretariado.

Principales conflictos de armas nucleares

La razón de esto es el invierno nuclear. En 1983, físicos de ambos lados de la Cortina de
Hierro (algunos americanos, como Richard Turco y Carl Sagan; otros soviéticos)
publicaron las primeras simulaciones climáticas de lo que pasaría en el caso de una
guerra nuclear. Su conclusión fue que un enfrentamiento EE. UU.- URSS tendría efectos
catastróficos en el clima, trayendo meses de oscuridad, bajando la temperatura y
disminuyendo las lluvias en todo el mundo.
Hoy, el meteorólogo Alan Robock es, junto con sus colegas, una de las figuras más
prominentes en el estudio de estos efectos ambientales y climáticos en un escenario
actual. “Usar armas nucleares no es una herramienta de disuasión, es un suicidio
global”.
“Llamar la situación nuclear del mundo aterradora es subestimar su peligro e inmediatez”,
dijo la semana pasada la presidenta de la publicación, Rachel Bronson, antes de ajustar
las manecillas del reloj a la hora de este año: dos minutos para la medianoche. Solo una
vez en la historia del reloj la humanidad había estado tan cerca de su propia
destrucción.

Aunque los dos primeros factores se mantendrían contenidos a nivel local (la nube de
radiación podría desplazarse grandes distancias, pero hay maneras de contenerla), es el
último el que haría de este caso un problema global. Las ciudades arderían durante horas,
si no durante días enteros, elevando toneladas de humo al aire.
“Podrían ser más de 5 millones de toneladas de humo las que suban a la estratósfera”,
dice Robock. Ahí, sin lluvias que puedan devolver a tierra las partículas, estarían libres de
propagarse por todo el globo.
A los nueve días, el humo que viajó hasta la estratósfera cubriría casi toda la
Tierra. En 49 días ya se habrá asentado, y durante los siguientes años el planeta olvidará
lo que son los días soleados: el Sol sería solo un punto anaranjado, moribundo, en un
cielo negro. Como efecto directo de estos días nublados, la luz difusa evitaría el
funcionamiento de paneles solares de carácter industrial.
“Por ejemplo, después de la erupción el volcán Pinatubo en 1991, el verano siguiente
muchos sistemas de energía solar experimentaron bajones de energía”, dice Robock. Los
incendios forestales y las erupciones volcánicas tienen un efecto muy similar en el clima al
de las explosiones nucleares, por lo que los científicos las usan como referente para estas
simulaciones.
Pasados unos meses, la temperatura global habría bajado considerablemente. En

promedio, habría una variación de -1,25 °C y -2 °C. “Y eso es solo un promedio. El
cambio de temperatura sobre la Tierra sería mayor. En lugares donde cultivamos, los
cambios podrían ser tan vastos como para crear heladas, especialmente en el verano”.
Ante un cambio tan drástico, Robock teme que una buena parte de la biodiversidad
terrestre y marina se vería amenazada de manera inmediata.
Las lluvias también se habrán reducido en un 10 por ciento a nivel global. Menos
precipitaciones significan que el flujo de los ríos disminuye. En un año, conseguir agua
potable podría ser una preocupación para muchos. Y hay que tener en cuenta que, según
el modelo de Robock, menos lluvias y la alteración de la temperatura van a llevar a los
cultivos a sufrir a lo grande. Sus estudios dicen que, durante cinco años después del
conflicto, cultivos como el trigo se verían reducidos en un 20 por ciento en EE. UU. y la
producción de arroz, en un 50 por ciento en China. El físico Ira Helfand escribió un artículo
sobre la “hambruna nuclear” en el cual sus cálculos muestran que cerca de 2.000 millones
de personas en el mundo, sobre todo aquellas que ya presentan problemas de
malnutrición, probablemente morirían de hambre durante un invierno nuclear.

17 meses después de que hayan caído las bombas, el humo que rodea el planeta
habrá absorbido suficiente luz solar para calentar la estratósfera, reduciendo la
concentración de ozono. No importa que apenas se vea el sol, la radiación UV
bombardearía al planeta de cualquier manera. Solo con salir al aire libre un día de junio la
gente se expondría a quemaduras y aumentarían sus probabilidades de tener cáncer de
piel.

Tratado de no proliferación


a.   Tratados de no proliferación
El Tratado de No Proliferación Nuclear es un tratado abierto a la firma el 1 de julio de 1968, en vigor desde el 5 de marzo de 1970, que restringe la posesión de armas nucleares y forma parte por tanto de los esfuerzos de la comunidad internacional para impedir la proliferación de armas de destrucción masiva. Lo integra la gran mayoría de los Estados soberanos. Sólo a cinco Estados se les permitió la posesión de armas nucleares: los Estados Unidos (firmante en 1968), el Reino Unido (1968), Francia (1992), la Unión Soviética (1968), y la República Popular de China (1992).
La condición especial de estos cinco "Estados Nuclearmente Armados" se definió a partir de que eran los únicos que habían detonado un ensayo nuclear hasta 1967. Son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El tratado constituye un sistema basado en tres pilares fundamentales: la no-proliferación, el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear.
Los principales artículos son:
·         Artículo I: los Estados Nuclearmente Armados (NWS) se comprometen a no transferir tecnología nuclear ni tecnología sobre armas nucleares a otros países, ni tampoco a asistir en el desarrollo de tales armas, bajo ninguna circunstancia.
·         Artículo II: los Estados No Nuclearmente Armados (NNWS) se comprometen a no tratar de desarrollar armas nucleares y por el artículo III a someterse al régimen de salvaguardias totales del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA o International Atomic Energy Agency), el cuerpo regulador nuclear de Naciones Unidas.
·         Artículo III: establece el compromiso de todas las partes de «facilitar el más amplio intercambio posible (...) para los usos pacíficos de la energía nuclear».
·         Artículo IV: rescata el derecho inalienable de todos los estados a desarrollar la energía nuclear para fines pacíficos y en concordancia con los artículos I y II.
·         Artículo VI y el preámbulo indican que los Estados Nuclearmente Armados se comprometen de buena fe a iniciar negociaciones para la reducción y liquidación de sus arsenales nucleares. Después de más de 30 años, esto ha quedado tan sólo en una promesa. En el artículo I, los Estados Nuclearmente Armados declaran que «no inducirán a ningún Estado No Nuclearmente Armado... a adquirir armas nucleares». La doctrina del ataque preventivo, así como otras posturas amenazantes pueden ser vistas como una inducción por las partes no nuclearizadas.
·         El artículo X establece que cualquier estado puede retirarse del tratado si considera que existen «eventos extraordinarios», tales como una «percepción de amenaza», que les fuerzan a hacerlo así.
Seis estados, India, Pakistán, Israel, Sudán del Sur, Corea del Norte se encuentran fuera del tratado, los tres primeros nunca lo han firmado, mientras que Corea del Norte renunció en 2003. India y Pakistán poseen armas nucleares y, tal cual el texto actual, de acceder al tratado deberían hacerlo como los Estados No Nuclearmente Armados (NNWS), por lo cual deberían desmantelar sus arsenales. Estos países argumentan que el Tratado de No Proliferación crea de hecho un club de países «nuclearmente ricos» y un gran grupo de países «nuclearmente pobres» mediante la prohibición de la posesión legal de armas nucleares a aquellos países que no las habían probado antes de 1967, pero que el tratado no explica sobre qué fundamentos éticos es válida esta distinción. En el caso de Israel, el gobierno del mismo no afirma ni niega la posesión de armamento nuclear pero de acceder a la firma y ratificación del tratado este debería permitir la entrada de observadores y reguladores de Naciones Unidas